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Te invento mujer

Emotions © Bragi Kort

Te invento mujer, en un quejido desquiciado, casi clandestino y errante, te mezclo con estrellas de miel o labios, para formar una masa infinita que resplandece y cede al tacto, con la cual me unto los ojos, los pies, el silencio, convocando tu piel transparente: mi Edén.

¿Quién dijo que provienes de costilla alguna? Pues desciendes del sol, de las raíces del universo, de la eternidad de un segundo, pero provienes también de mis latidos trasnochados y sedientos, mujer de aluminio o marfil, quiero saborear el idioma de tu pelo: aquel bosque de pequeños relámpagos apagados.

Te invento mujer prodigio, livianísima lluvia de palomas convertida en beso, mujer de estertores nocturnos, que tiñen de fuego y temblores minerales mis sentidos, te inventaré descalzo cuando tu volcán en flor me lo pida, cuando tu deseo crepite, y evapore la necesidad de mi cuerpo perdido.

©Patricio Sarmiento Reinoso


Tríptico de cuerpos

Tal vez intuyo las gotas de un poema, que se instauran en tu boca, en tus pechos, en tus raíces; y como un festín de gorriones o reflejos de lluvia, elevas tu cuerpo de cadencias remotas, de curvas infinitas, de caricias exquisitas, hasta la altura de mis besos salobres y extasiados, que mueren de sed por ti, que navegan en la miel de tu infinito territorio de mujer.

Tu cuerpo es de tierra, de besos, de ladrillos, de niebla dulce, de recodos y horizontes. Por él transitan mi lengua y mi poesía infernal, juntas como si fueran cuerpos dentro de tu cuerpo, siamesas en tu espalda, donde escribo mis rumores impalpables, intactas en tus muslos donde anego mis mañanas vacilantes.

Es mi sombra tu cintura, me tiño con tu cuerpo inflamado en poesía, vivo, despierto como un pulso sin tregua, que acumula una tempestad transparente, un deliquio espeso de azules sonidos, o aquel murmullo inmenso y mineral de tus cabellos. Amo tu cuerpo desnudo, tu vientre parido, tu templo vivo que sostiene mi primer latido cada mañana.

©Patricio Sarmiento Reinoso


Tríptico de Misterios

Secretos habitados son tus manos, fanales que se integran a tu cuerpo, palpitan en memorias o leyendas de tierra y delirio. Mis sueños emulan palabras en donde tú te escondes. Me envuelve la niebla de tus recuerdos o remolinos transparentes, de mediodías oscuros y medianoches que encierran la calcomanía de tu caricia. Abro mis ojos de cartón y vuelan hacia ti mis sentidos de acero y quimeras.

Quimeras son tus ojos, como si mil silencios encendidos, urdieran un suspiro terminal, aquel que no me canso de pedirte. La huella clandestina de tu piel, se abre paso y reza un dialecto nocturno de otoño y camino. Al amparo de tu pelo se transfiguran tus misterios.

Misterios son tus labios, tu crudo desierto insular me alimenta. Voy a cruzar tus latidos para sentenciar el fondo de tu beso perpetuo. En tu voz escrita se nutre y se asienta mi sombra, mi verso, mi genuina caricia, que germina en tu cuello, en tu pecho, en tu garganta. No sé de donde proviene tu voz mineral, pero sin duda me llama a violar tu secreto…

Secretos, Quimeras, Misterios…

©Patricio Sarmiento Reinoso


Tríptico de piel

Tienes el poder de la mirada silenciosa, me miras con tu boca, tu piel, tus cabellos. Recito en tu espalda de desnudez transparente, eres mi mundo deshojado, la caricia que puebla de hogueras mis latidos.

Busco el signo de tu piel en mis raíces, aquel que atormenta mis dedos al tocarte. De mi boca, se derraman las sílabas que gritan tu nombre o poesía, eres una gota de abismo, un grano de sol, una noche sin sombra, eres un pedazo de insomnio en las ventanas.

Quiero despertar en tu sueño errante, mostrarle al mundo la locura de tus manos sin tiempo ni manzanas, quiero enterrarme en tu piel o bajo ella, adentro. Permanecer oculto hasta morir nuevamente en tus entrañas.

©Patricio Sarmiento Reinoso


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