Ahora que el beso insiste en ser promesa o neblina, recuerdo el tuyo, como una avalancha nítida de furia aterida y suave. Recuerdo tu halo recién inventado, aquel absurdo aroma de penumbra y miel.
Hay sonidos de asfalto y temblor, tus caricias de polvo en el tiempo mueren, no sin antes extraer algo de beso a mis labios, no sin antes dibujar algo de tu nombre en mis promesas.
Ahora que las palabras se han vuelto piedra o guitarra, te conviertes en naufragio, invocación, arena. Te encuentro en un silencio lleno de silencios y te digo: destino, mujer, puñal, promesa…
Patricio Sarmiento Reinoso
foto: HOLGER WEIGEL